martes, 24 de mayo de 2011

Museo Mapuche de Cañete: Una ventana hacia las historias de un pueblo

“La historia de la creación, no es el principio de la historia de un pueblo, sino es una historia creada y narrada al final de la historia para explicar su creación”.(Armando Marileo Lefio en Un acercamiento para comprender al Mundo Mapuche.)


¿Por qué tenemos que tener un museo cuando somos una cultura viva?, me dijo un peñi en uno de los tantos viajes a la ciudad de Cañete para revisar y tratar de armar un guión para la nueva exhibición del Museo Mapuche.
Aunque parezca trivial la pregunta, cobra sentido cuando nos enfrentamos a qué es lo que vamos a entender por museo; si la visión clásica de un espacio que alberga colecciones de una historia o le daremos nuevo sentido. Entonces no se me ocurrió otra cosa que echar mano al legendario acto de la incorporación del caballo al mundo mapuche y le devolví la pregunta al peñi: ¿por qué no adoptamos el museo y le sacamos la pesada carga que conlleva el concepto Museo, como hicimos con el caballo. Saquémosle la montura y montémoslo “a pelo”.

Así entonces intentamos, después de múltiples tránsitos por senderos imaginados, desde las crónicas ocultas por la historia oficial hasta los relatos orales que viven en la memoria colectiva del pueblo Mapuche.
Por ahí fuimos andando, intentando primero que los objetos nos contaran su historia, sus sueños; porque eso es en el fondo nuestro pensamiento: los objetos no solo son restos vacíos de un pasado sino una continuidad de la memoria. Los objetos sueñan y nos traen esa realidad desde el futuro como pueblo.

Mirar el pasado adelante es lo que aprendimos siempre desde niño, alrededor del fogón y nuestra visión cíclica de la historia; donde el pensamiento se abre a través de pequeñas ventanas que nos alumbran para caminar los senderos que hemos trazado para nuestra existencia en el Mapu.

Varios relatos nos acercaron a como distribuir en este espacio pequeño el universo mapuche; aunque ya teníamos el proceso de síntesis desarrollado en los dibujos del kultrun o en la concepción de la ruka donde se reproduce en forma simbólica el universo que habitamos (el wajmapu).

Al contar una historia reconstruimos y recreamos el mundo que habitamos, y en ese sentido el guión intentó plasmar este pensamiento en su recorrido. El tránsito por el Museo es un continuo elíptico y circular donde los objetos nos guían y cuentan las historias que habitan la memoria colectiva del Pueblo Mapuche.

Quizás la parte más difícil fue ubicar los espacios de poder y las piedras de los kalkus. Más bien, estos se hicieron presentes porque fueron apareciendo de a una. Siempre estuvieron en el Museo, pero por alguna razón se habían mantenido ocultos, incluso a la vista de expertos que en algún momento catalogaron estas piedras de poder como guijarros.

Fue una sorpresa encontrar la boca abierta de una de estas piedras que nos hablaban de varios Renis (cuevas míticas donde se realiza el entrenamiento de sabios, kalkus, y guerreros mapuche) en los cuales estos se usaban y que se ubican en la cordillera de Nahuelbuta.

Fuimos también recordando el espacio de uso de las kitras, las cuales llegaron de la memoria y de la palabra de algunas entrevistas que había hecho hace muchos años a propósito del uso de plantas en el mundo ritual de los kalkus.

Apareció por allí también la historia de un viejo lagarto del Laraquete, aferrado sobre la piedra de mando de algún jefe guerrero de antaño; mirando desde su petrificada figura el acontecer actual de la historia mapuche.
Fuimos hacia los relatos antiguos del Lleulleu y aparecieron allí los objetos de una niña que una tarde de un día dejó su aprendizaje de alfarera para partir hacia el Nometulafken guiada por las tvmpvlkawe siguiendo el camino de los antiguos mapuches que viajaron hacia los mundos del gran río del cielo.

Y volvimos hacia el presente donde los rostros nos miran y guían desde la entrada de esta Ruka o Reni: donde se abren algunas ventanas para aquel que quiera adentrase en este vasto universo del wajmapu en busca del sueño futuro del pueblo mapuche.

Y así nomas; montado “a pelo”, transitamos este esbozo, esta mirada, que es una de las múltiples miradas; porque pare el mundo Mapuche, nada es taxativo, todo fluye y toda historia se construye y reconstruye en el presente.
Este es un primer intento de domar un Museo, seguramente vendrán otros.

Leonel Lienlaf
publicado en la revista museos Nª29  dibam chile

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