El mar ha vuelto elevándose gruesa
Pedro Araya Riquelme
En tiempos oscuros,
¿también se cantará?
También se cantará
sobre los tiempos oscuros.
Bertolt Brecht
Con estos versos quisiera comenzar, puedo comenzar, ya he comenzado. En tiempos oscuros, también se cantará. Pernoctando bajo la garúa del mundo con lo que somos. Sobre estos tiempos oscuros, y los anteriores, se cantará, aunque no necesariamente de manera directa. El canto puede surgir desde la tercera orilla del río. O desde una invitación que de tarde en tarde llega de improviso. Como la que nos convoca aquí y ahora.
1
Escucho la voz, las palabras versadas y el canto ül de Lienlaf, Leonel. Afuera llueve. Escucho, bajo la lluvia, fumando bajo la lluvia, bajo una ventana
Van y vienen, al ritmo de las olas, rostros, pasos, sueños, canto.
Escucho en lenguas, ritmos, en dos idiomas, mapuzungun/español, relatos y cantos, entrelazando hilos de vida, nudos, una suerte de navegación, Lienlaf, Leonel.
Este trabajo es una idea de experimentación en la poética de la oralidad, buscando no solo el sentido de la comprensión racional del texto a través de la palabra sino también el sonido y la emoción que ella conlleva, dices.
Es cierto, escucho la fuerza enunciativa, la fuerza ilocutoria, de esas palabras que viajan. Pero hay más que eso. Por medio de la [auto]traducción se prolongan por otros medios la experiencia escrita y oral, entremezcladas. Se escribe y se lee, se escucha, pero hay algo más. Los poemas relato-canto, perviven por este medio, esta experimentación.
“La poesía es, por necesidad, un instante único de lenguaje”, escribe Paul Celan. Tan única es la poesía que un número de practicantes y comentadores concluyen que ella es intraducible. Pero cuestionar la posibilidad de la traducción significa cuestionar la posibilidad misma de la poética, de la escritura, del lenguaje, que es siempre traducción, i.e. es tanto un acto de traducción como el resultado de tal acto.
Escucho lo que escucho, en esas olas lafken, y arribo a que un poema no es sólo la versión impresa en un libro o revista, sino que es también todos sus otras (posibles) versiones impresas, sumadas a todas las posibles performances orales y/o visuales, como también la totalidad de traducciones que esta permita. El poema impreso funciona entonces sólo como una partitura para todas las lecturas (privadas o públicas) subsecuentes y las transformaciones performativas, sean ellas hechas a través de la música, la danza, la pintura o el traslape lingüístico, o de lo que fuere.
En tiempos oscuros, se hace necesaria esas poéticas de viada, viaje desde la literalidad de la metáfora hacia otra cosa, para volver a algo imprevisible.
Todo ello desestabiliza un concepto de poema como (cosa) fija, artefacto absoluto, leíble (comprensible, interpretable) de una vez por todas, para verlo y oírlo como un lugar de descanso apenas momentáneo, para que la poética sea nómade, el flujo material de la palabra/la lengua
puesto que no olvidamos que escribimos entre guerras y exterminios varios, epistémicos y antrópicos.
Y estas posibles (sucesivas) traducciones, traslaciones y lecturas dan a ver esa necesidad [filogenética] que todo poema –grande o pequeño– tiene: la de ser re-trasladado, de tanto en tanto, para seguir permaneciendo. La acumulación de estas lecturas constituiría la (sobre)vida del poema. Allí yace su nomadismo poético, en la cual cada versión es eso: una versión, parada y configuración momentánea en un proceso de transmutación sin acabo.
y aquí, cada versión, es versión de mundo, literalmente
esa acumulación sobreviviente, hilos entrecruzados, ecos resurgentes, de no sé dónde, por dónde ni cuándo, cambio de aliento, alto momentáneo, es otra forma del Lafken, Lienlaf, Leonel. O me equivoco.
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Puede, es cierto, que uno no decida en qué lugar del mundo ha venido a nacer, empero decidir cómo nombrar ese territorio, cómo vivirlo, cómo esa franja te marca, puede conllevar a una poética a situarse plenamente a cantar su situación, al decir, al grabarse y expandirse por otros medios. Y no sólo se trata de enunciar y cantar. En este caso, también el territorio WilliLafkenMapu aparece de reojo y en pleno. Aparece en el sonido de las olas interminables de fondo. Porque de fondo, Lafken, el mar, no cesa, mientras escucho.
Van y vienen gaviotas y nubes/sobre las olas
sombras de náufragos antiguos
vigilan el efímero sendero
que dejan los pilpilenes al correr sobre la arena
Van y vienen gaviotas y nubes/sobre las olas
Y están las olas, rompiendo, sonoras, literales, están las gaviotas batiendo alas, respondiendo, de fondo, en estas grabaciones, interminablemente precisas, exactas, en el que el presente, el pasado, los sueños, se funden.
Quisiera recalcar esto: las olas del mar lafken, de fondo, se escuchan en este audio magnífico, como las gaviotas, literales, en constante movimiento. Entonces: no se trata de una grabación de lectura oral cualquiera, no en sala de estudio. El LafkenMapu sostiene hasta en su más mínima filigrana la espesura de estos cantos relatos poema. La espesura de no trabajar solos ni solas. No se escribe solo, no se canta solo. El amarre –en este caso– cuenta con el diseño sonoro de Marcelo Carrasco [al menos, y cuántos más, el talleralepue, por ejemplo].
Cuatro movimientos se anuncian, cuatro cantos, cuatro elementos, cuatro espacios principales del Mapu: Awkiñ [viento del mar], Feymu, Agua romances [cantos con el agua], Y entonces.
3
Con todo, escuchar, poner oído, es aceptar la invitación, a una experiencia de vida, a una parte de mundo. Leer lo escrito, escuchar lo cantado, asistir a una lectura pública, una presentación o lectura, por ejemplo, son una de las tantas experiencias y modos en que las poéticas logran expandirse por otros medios. Se trata, también, de experiencias de vida, esas en las que la vida aparece, de alguna manera, la que permite vadear los cercos y el control de los significados. Escuchar, entonces, lo que escucho en este audiolibro, constituye, a mi manera de ver y sentir, otra experiencia de vida.
el canto del mar mantiene, como siempre, mis huesos
La metáfora [eso que llamamos metáfora, con toda su carga] aquí es literal. El Lafken, el mar, las aguas, el río de la vida y de este territorio, el horizonte al que se llega después, el LafkenMapu hacia donde los espíritus emprenden el viaje Nometulafken. El lugar desde donde volveremos a mirar desde ese gran río del universo.
Escucho bajo la lluvia
el arte de tu canto ülkantum, Lienlaf, Leonel. Poco tiempo, por que es siempre mucho lo que se pudiera
las olas conversando hacia el Sur, la sombra espuma de dos ballenas Tvmpvlkawe, hacia el WilliLafkenMapu, hasta más allá de los vientos
Canto ül, relato epew, pewma sueño, de tantos
van hilando el nütram arte de la conversación para estos tiempos oscuros
una poética que, a la vez, apela a la memoria
una tarde a la vez
no se perderán tus pasos
todo vuelve al fondo
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y entonces te veré vernos, te veré
cartografiarnos de otra manera
aprendernos con otra medida
al fondo de las aguas
y llegaremos, llegaremos
en ese amarre a juntarnos pedazos, voces
en tiempos oscuros, también se cantará
también dices, al fondo de todo esto
para llevar el viaje de tu metáfora, literal, por las aguas
profundas que nos siguen oleando
insistiendo: el mar ha vuelto elevándose gruesa
mañum, dices, nos dices, por escuchar, gracias, dices
mañum, mañum, ülkantufe [el que canta con arte] Lienlaf, Leonel, canto
sobre las olas, a las olas, hacia las olas, entre las olas, literales, del Lafken
lo que sigo escuchando, mientras fumo, bajo la lluvia
junto a la ventana de tu voz
Chaltumay.
A orillas del Guadalafken, 28 de octubre de 2022